¿Te ha pasado que miras las fotos de tus abuelos y notas que nadie parece disfrutar ese momento? ¿Te parece que la rigidez es lo más destacado en el cuadro y piensas en lo aburrido que debió ser? Imaginar qué les debió estar pasando para tener el halo de seriedad todo el tiempo es un pensamiento recurrente. ¿O será que su sonrisa era poco estética por un complicado acceso a la corrección de dientes?
La realidad es un poco de esto y un poco de aquello. Puede que aún no sepas cuánto ha cambiado el panorama de los retratos y pinturas desde aquellos años. Aquí te contamos la historia detrás de los rostros más serios que has visto.
El óleo fue primero
Todo comienza con las pinturas, cuando no existía forma de plasmar una imagen más que deslizando la mano en el lienzo. Suena a que sólo cierto grupo de élite lo podía pagar, ¿no? ¡Acertaste! Este tipo de arte estaba destinado para personas ricas, no por nada hay grandes retratos de hombres y mujeres con ropa sumamente elegante.
Sus poses no debían demostrar más que formalidad, pues exhibir los dientes o mostrar felicidad con una sonrisa era visto como signo inequívoco de locura, alcoholismo o inmadurez aunque hoy en día sea lo opuesto. ¿Quién en su juicio querría ser tomado por demente? Había que destacar y conservar el porte.
Daguerro… ¿qué?
Tiempo después, en 1839 llegó uno de los inventos que cambiaron a la humanidad: el daguerrotipo. Nombrado así por su creador Louis-Jacques-Mandé Daguerre, fue el primero en fotografiar objetos. ¡Tus selfies son una extensión más de ese aparato! Pero no siempre fue así de veloz como grabar una story de 15 segundos.
Destacar con el poder de la sonrisa se evitaba por miedo a parecer informal, aunado a esto… el tiempo, ¡ay, el tiempo! El daguerrotipo necesitaba un lapso amplio de exposición para tomar una fotografía, esto significaba mantenerse en la misma posición por horas porque si no salía barrido. Aguantar con la sonrisa de oreja a oreja suena bastante pesado.
Demuestra tu felicidad con el poder de tu sonrisa
Afortunadamente, se modificaron los aparatos para capturar instantes, dejándonos únicamente con problemas estéticos y factores de corrección en los dientes para no mostrarlos ante la cámara. Ahora sólo basta con sacar tu dispositivo favorito, apuntar y disparar sin necesidad de esperar largos periodos en una posición rígida.
Ahora, demostrar al mundo el poder de tu sonrisa y deslumbrar es muy sencillo. Y aprovechando este invento que se ha transformado con el tiempo, puedes soltar una gran carcajada hasta cuando te hagan zoom. Lo más bello de ti es ese gesto, ¡no lo ocultes! Destaca en cualquier retrato con tu personalidad.
